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Te fuiste

(Un Tal Duarte)


Hermano
te fuiste
y nos dejaste con esa soledad
de pueblo deshabitado
que espera siempre
un pasajero
un regreso
una sombra que se cruce
en el camino saludando

Ya nos va faltando
tu huella entre nuestras huellas
tu voz contando entre nuestros cuentos
tu historia en nuestra historia

Si vuelves
cuando vuelvas
búscanos las manos en el polvo
de los sueños
despiértanos y bebamos
esa copa de vino
que se quedó esperando

(abril 2021)

La Plaza

(Un Tal Duarte)


Ojalá nos encontremos en la plaza
y nos reconozcamos
a pesar de la capucha
y nos demos un abrazo compañero
un abrazo largo de hermano antiguo

Mañana
ojalá nos encontremos en la plaza
y nos reconozcamos
porque no llevamos la capucha
y nos demos otra vez
ese largo abrazo compañero
de hermano antiguo

para seguir encontrándonos
cada día en esta plaza
donde la dignidad
se habrá hecho costumbre


(escrito en marzo de 2020)


La ciudad nueva

(Un Tal Duarte)

La ciudad nueva
se viene tragando a la ciudad vieja
la viene mordiendo
masticando
                            hiriendo
con sus buldócer
                  y con sus grúas 
con sus empresas de demoliciones
                  y sus expertos contratistas

las costillas de la ciudad vieja
se van rompiendo
           astillando
se van cayendo las viejas palomeras
el sitio donde anidaban golondrinas
aquel portal en que nos conocimos

se van rompiendo
los rojos muros de ladrillo                                
los cristales donde el tiempo se miraba

ya no estará más el negocio de la esquina
con la madrugada recién salida del horno
ni se escuchará más aquel piano
destemplado en el boliche de don Pedro

un derrumbe total aplastará
aquellos gritos de niños
en la memoria de los patios

no habrá fotografías
que recuerden el recuerdo
de un café conversado a media tarde
o de un amor
nacido a media noche
o de un tango
bailado entre suspiros

la ciudad nueva llega armada de luces
con ruido de motores
con sus dientes de metales
con su cola de cemento

y se va tragando
velozmente
a la ciudad vieja
               nuestra ciudad vieja

El trago de los pobres.

(Un Tal Duarte)

Cuando el hombre se levanta madrugador
y el canto de las gaviotas complementa el ruido de las olas

cuando apenas un rayo de sol se refleja en el rostro húmedo de los árboles
y los pájaros cantan en medio de un mugir de vacas

y los pastores inician la marcha de su rebaño hacia los pastos

y la fábrica se traga un mar de obreros somnolientos y cansados

y el frío besa la cara de las enfermeras en la puerta de los hospitales
y las madres con sus hijos en los brazos les miran entrar severas

en esta hora limpia y clara y terriblemente fría de un invierno azul y transparente
las muchachas de los kioscos corren presurosas con las noticias bajo el brazo
los feriantes conducen en sus triciclos montañas de verduras
y las señoras de las sopaipillas calientan el aceite en las esquinas

(se calientan motores - humean chimeneas  - a esta hora )

(hay un río de sueños que corre por las calles en esta hora)

emergen de las sombras los primeros estudiantes los primeros profesores
(un libro se desnuda en una esquina donde no hay miradas indiscretas)

en esta hora
en que la ciudad apenas despierta
pasan en bicicleta los obreros de la construcción
(las ancianas les dicen adiós desde la puerta de los almacenes)
y las mariposas nocturnas se encierran en sus capullos
dejando atrás el frío la lluvia o el rocío

en esta hora
a esta exacta hora

viene bien un largo
largo
largo
 trago de aguardiente

el trago de los pobres

Economía (I)

(Un Tal Duarte)

Ser número.
Ser número
en el árbol empresarial de la codicia,
en sus raíces que,
como manos colosales,
aprisionan seres:
         esqueletos numerarios,
         cuerpos minerales,
         figuras de barro triste.

Ser hoja solamente,
nada en el desfile de las horas,
células de agobio
en la fotosíntesis de los mercados,
cadena alimentaria
de las máquinas,
estirpe condenada
en eternos ciclos laborales,
neurona moribunda
en la relación
de cálculos infinitesimales.

El árbol de la economía crece
sobre una multitud de espaldas
en el desnudo ocaso de la sangre
y se cubre
de flores gerenciales
         y frutos capitales.

Ser número
no mil ni un millón
sino el número infinito

         del olvido.

UNOS CANALLAS

(Un Tal Duarte)

Les debo contar:
Me asaltaron camino del trabajo.

Aparecieron de pronto, iban armados.

Milanés y Sabina,
¡esos canallas!

apuntándome desde el radioreceptor con
“La canción más hermosa del mundo”


REINA DE LA ACERA. (IX. Del ocaso) [9/9]

(Un Tal Duarte)


Cuando las sombras invadan tu reino despoblado
Cuando se enciendan las luces de neón
Cuando disminuya lentamente el tránsito vehicular
apagados ya del todo los gritos de los vendedores
limpias las veredas de comerciantes callejeros y compradores

alimentando odios
abandonarás la comisaría con las manos vacías
y en el vientre una vida heredera de tu reino

un príncipe cautivo se pudrirá en la cárcel
un oficial seguirá escuchando música
un borracho llorará tu ausencia
los vendedores olvidarán tu nombre y domicilio

pero mañana volverás a reinar en las aceras
hasta el día en que te escurras
convertida en sangre

por los colectores de aguas lluvias.





* Escrito en santiago a mediados del año 2000

REINA DE LA ACERA. (VIII. De la caída) [8/9]

(Un Tal Duarte)


En ocasión de la huida
pasaste como un soplo
como un destello triste
semejante a una luz que se marchita

haciendo tabla rasa
la policía allanará el reino
que cargas en la espalda

ante el caos inevitable
una mano detiene tu aliento
cien manos paralizan tu furia

casi una estatua de silencio
en el furgón policial
compartes tu derrota
con vendedores de fruta
con comerciantes de verdura

esta noche los oficiales

hartarán sus oídos de música

REINA DE LA ACERA. (VII. De la Risa) [7/9]

(Un Tal Duarte)


Otra vez tu risa de campanarios
se pierde en el ruido infernal de la ciudad

miro tu boca abierta
desde lejos
sensual
desde cerca
sólo victorias de caries

¿quién te regalará a ti sonrisas de mujer?
¿quién será el odontólogo
que repare la ausencia de leche o calcio?
¿quién volverá atrás el tiempo
para corregir el pasado y predecir otro futuro?

las campanas no envidian tu risa
que pone en vuelo
palomas y gorriones asustados

alégrate todavía más:
tu fotografía
el pintoresco rostro
de tu juventud en bancarrota
aparecerá quizás un día
en las páginas
de National Geographic


REINA DE LA ACERA. (VI. Del amor) [6/9]

(Un Tal Duarte)

Azul es el príncipe
que te cautivó algún día
un tal Juan Angel  
caballero andante
ladrón de billeteras
recolector de cadenas de oro
terror de las señoras con cartera
dueño de los bolsillos descuidados

hoy le has perdonado
la premura de sus besos
la mirada fugaz del perseguido

otra vez le sueñas héroe
salvador de tu vida de pobrezas

algún día se hartará de riquezas
un banco tal vez
una financiera quizá
un camión de BRINK’s

ahora
como si fueran sus manos
como si fueran sus ojos
o su aliento trasnochado
acaricias los dieciocho quilates
de una hermosa gargantilla.