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CIFRADO EN OCTUBRE

(Gonzalo Rojas)

Y no te atormentes pensando que la cosa pudo haber sido de otro modo,
que un hombre como Miguel, y ya sabes a cuál Miguel me refiero,
a qué Miguel único, la mañana del Sábado
cinco de Octubre, a qué Miguel tan terrestre
a los treinta de ser y combatir, a qué valiente
tan increíble con la juventud de los héroes.

Son los peores días, tú ves, los más amargos, aquellos
sobre los cuales no querremos volver,
                                                avísales

a todos que Miguel estuvo más alto que nunca,
que nos dijo adelante cuando la ráfaga escribió su nombre en las estrellas,
que cayó de pié como vivió, rápidamente,
que apostó su corazón al peligro
clandestino, que así como nunca
tuvo miedo supo morir en octubre
de la única manera luminosa.
Y no te atormentes pensando, diles eso , que anoche
lo echaron al corral de la morgue, que no sabemos
gran cosa, que ya no lo veremos
hasta después.

Una esperanza

(Un Tal Duarte)

Amigos míos
enemigos míos:

este no es un poema  ( o quizás lo sea )
no es una declaración ( o quizás lo sea )

sólo digo que aparecí en el mundo
bajo un techo de fonolas
en una casa encorvada por la artritis del tiempo

en los muros de adobe
en el piso de tierra
dibujaban su camino las hormigas
y anidaban golondrinas en el entretecho

los atardeceres de mi pueblo
cubrían el cielo de gaviotas
las nubes nos regalaban
efímeras figuras para descifrar
 
también digo que nací en tiempos de pan escaso
tiempos de azúcar, de carne y leche escasos
 
se inclinaba la balanza con kilos de desilusión
medíase por metros la desesperanza
 
hasta que vinieron los allendistas
esa extraña mezcla de gente alegremente seria
con su carga de novedades y propósitos
a ofrecer una palabra de aliento
 
llegaron a enseñar y a proveer
enseñaron a cuidarnos de las pestes
de las moscas  la hepatitis
de los ratones la colitis
 
proveyeron por decir
             cuadernos nuevos
             libros y escuela para alimentar nuestras palabras
 
aparecieron con gasa para las heridas
y para el frío las frazadas
 
llegaron enseñando del esfuerzo
de la unión de nuestras manos
de que el futuro es nuestro y se construye
 
trajeron fresca y nueva  una esperanza

venía en trocitos para armar
 
venía en el litro de leche
en el tarro de Milo
            (que dejó de ser un simple comercial en las revistas)
en la camioneta que reparte la canasta
 
fue una esperanza alimentada por el tiempo lento
pero creció fortaleciéndose
ocupó un espacio
y empezó a valer
 
amigos míos
enemigos míos:
 
¿saben cuánto vale una esperanza?
 
una chiquita
para no más el día siguiente
para el pan del desayuno
 
¿saben cuánto vale una esperanza?

amigos míos
enemigos míos:
 
¿saben cómo duele si se rompe una esperanza?

Desierto Florido

(Un Tal Duarte)

La voz del desierto
     convocó al aroma del polen
la aridez de su palabra
     invocó la savia antigua

y el azar nos condujo
a un regocijo de colores y asombro
a un zumbido de insectos
a un canto de pájaros provisorios

vimos el verde tallo de la piedra
nacido en la garúa
vimos la flor en una danza
anterior a nuestra historia

el tornasolado escarabajo
y hasta la simple mariposa
acudieron al milagro

el desierto saludaba
con sus manos llenas
de semillas

Post Bruma

(Un Tal Duarte)

 

Cuando la camanchaca
entraba por la bahía
escondiendo en sus manos los lanchones
en las casas de los pescadores
se cerraban ventanas y puertas
se encendían velas y lámparas de kerosén
 
En la noche mal iluminada
los rostros contenían el silencio
llegaban
entonces
los hijos de la bruma
venían con sus largas y huesudas manos
a señalarnos el futuro
a respirar el aliento
de los enfermos y de los ancianos
 
Nunca vi sus rostros descarnados
nunca supe a qué temíamos
sólo recuerdo que a veces
después de la niebla
los cerros aparecían más verdes
más coloridas las flores de los jardines
más iluminados los muelles
y las redes brillaban
cargadas de  cristales.

 

Otro invierno

(Un Tal Duarte)

Como un pájaro cansado
entra un invierno
de alas oscuras
y aliento de fuego helado.

Como por una cicatriz abierta
con el mismo cuchillo desciende
una noche blanca
pintando los techos de las casas.
 
Entra por las rendijas
se nos pega en el aliento
congelando los sueños
rompiendo cristales.
 
Un llanto de niño
pasa por encima de la bruma
y cae sobre el lodo
apagándose en mitad de la noche.
 
El invierno se nos queda en la mirada
ahogando nuestra voz nuestras palabras
el frío se pasea como un rey
señor de nuestras calles.

Alma Chilena

(Un Tal Duarte)

Ojo con “Alma Chilena”
de Carlos Pezoa Veliz
Reeditado por LOM Ediciones

Ojo con el libro de Pezoa Véliz
que por primera vez se publicó
sin que su ojo lo viera.

Ojo con su amigo Ernesto Montenegro
que reunió los poemas en el libro
publicado cuatro años después de 1908.

Ojo con Carlos Moyano Jaña
su nombre verdadero
y con su madre costurera.

Ojo con Juan Bautista Peralta
aquél poeta ciego
y con La Lira Popular.

Ojo con La Vega y El Mercado Central.

Ojo con el talento de la clase proletaria
en El Ateneo Obrero de Santiago

Ojo con el ojo de Pezoa Véliz

Ojo con la miseria
Ojo con el hospital San Vicente de Santiago
Ojo con la tuberculosis

Ojo con la muerte que visita

                    un 21 de abril de 1908.


(Escrito en mayo de 2008)